<< Capítulo 10. Confesiones.
El verano está pasando
lentamente...
Todos los días hablo con Lucía,
que está embobada desde que está con Aitor, su príncipe
desconocido. Pero parece que él la trata bien y eso es lo que
importa. Además, el otro día le conocí y es un
cielo. Y con ella es encantador y no dejan de lanzarse miraditas de
enamorados.
¿Juntos? Son demasiado
perfectos.
Lo de Vero es paranoico. El otro
día quedamos para ir al cine y nos contó su aventurilla
con el tal Marcos. El de los ojos oscuros y peligrosos, como lo
describe ella. Dice que se desmayó y que él le llevó
a su casa. Y que después, con el tiempo, él cayó
rendido ante sus encantos. En realidad, creo que ella está
enamorada y le da miedo admitirlo. Veamos como les va juntos...
De Natalia hace tiempo que no sé
nada. Estoy preocupada y la echo de menos, pero parece que nunca
puede quedar con nosotras. Está demasiado extraña,
aunque supongo que es feliz y quiere aprovechar el tiempo con Álvaro.
Si de verdad se quieren....
¿Y qué hay de mí?
Estoy feliz. Me gusta ver que mis amigas están bien y que este
verano haya sido especial para todas. Pero a veces estoy triste y me
siento sola.
Todavía pienso en lo sucedido
con Adrián y me siento dolida. La vedad, no me imaginaba que
podría hacerme esto...
De Álvaro ya no hay ni rastro.
Acepto que esté con Natalia y me alegro por ello. Pero yo ya
no vuelvo con él. Como ya dijimos, solo somos amigos.
Lo que sí que no comprendo es lo
de Víctor. Cuando volvió a casa, tras aquella
conversación, le di las gracias por el chocolate y me disculpé
por habérselo cogido sin permiso, pero, ahora, él se
comporta de una manera muy extraña y le noto muy distanciado
de mí. También, he insistido para que me desvelara el
contenido del maldito mensaje, pero se niega a contármelo...Me
duele que sea tan frío conmigo y que casi no hablemos.
¿La verdad? Aunque me cueste
admitirlo, le echo muchísimo de menos y me tiene descolocada.
No sé a qué está jugando, pero me encantaría
descubrirlo...
Aroa termina de escribir y se tumba en
la cama. Cierra los ojos y sube la música.
Ay, Víctor. ¿Por qué
complicas tanto las cosas?
♥♥♥
Lucía mira su reloj de pulsera.
Parece que hoy también llega tarde. Aitor debe estar cansado
de esperarla siempre. Esboza una gran sonrisa al pensar en él.
Le hace demasiado feliz.
Al pasar delante de un banco en el que
está sentado un chico, siente que la mira demasiado. Se empieza a encontrar incómoda y aligera el paso. El joven se levanta de un salto y se acerca a ella en dos
zancadas. Es muy grande y su voz suena demasiado grave.
-¿Lucía? Eres tú,
¿verdad?
Lucía le mira con recelo y traga
saliva.
-Perdona, ¿nos conocemos?
El chico suelta una sonora risotada y
le mira. En sus ojos hay un brillo malicioso.
-Lo siento, soy un maleducado. Soy
Arturo, el mejor amigo de Aitor.
Lucía alza una ceja y sonríe
con incomodez.
-Nunca me ha hablado de ti, pero
encantada, ¿quieres algo? Tengo algo de prisa.
-Supongo que ahora vas a quedar con
Aitor, ¿no?-Lucía asiente, sin saber a qué
juega. Arturo se acaricia el mentón.-Vaya, pensaba que ya se
había terminado.
Lucía le mira, intrigada.
-¿Terminado? ¿A qué
te refieres?
-Creo que hoy era el último
día.-Alberto mira su reloj.-Sí, hoy se termina la
apuesta que hicimos. Y es una pena, con lo mona que eres.
A Lucía le late el corazón
con violencia y siente que se desfallece. Le falta el aliento y le
cuesta tragar saliva.
-¿De
qué...apuesta...hablas?-Suelta casi en susurros
-De la que hicimos respecto a ti. Hoy
es el último día que tiene que estar contigo y todo
habrá terminado.-Lucía no puede creerse lo que está
escuchando. Se siente aturdida, con los sentidos
desconectados.-Bueno, ahora él se enfadará por haberte
dicho esto, pero, si quieres, puedes quedarte conmigo. Sin apuestas
de por medio, eh, que yo soy más legal...
Pero Lucía ya no escucha nada.
Ya está lejos. El cuerpo le falla y siente frío a pesar
de estar a casi 40 grados. Un nudo en el estómago asciende
hasta su garganta y las lágrimas acuden a sus ojos,
impasibles.
¿Cómo ha sido capaz de
hacerla algo así? Y ella, ¿cómo ha sido tan
estúpida de creerle?
♥♥♥
Aroa está dormida. Pero unos
ojos la velan, la admiran y, por qué no decirlo, la desean. Él
no puede evitar acariciarla la mano con dulzura. Le encanta el roce
de su piel. Aroa abre los ojos e inspira hondo mientras se despierta.
No puede creerse lo que ve. Víctor está sentado a su
lado y le está acariciando.
-Ya era hora, dormilona.-Su voz dulce,
aterciopelada, hace sonreír a Aroa.
-Ya era hora de que te dignaras a
hablarme, ¿no?
Víctor agacha la cabeza y
sonríe, concentrado en acariciarle el brazo.
-Lo siento mucho por todo. Lo cierto es
que no tenía que haberte vuelto a hablar desde el mensaje.
Aroa explota.
-Déjate ya de estupideces. ¿Por
qué es tan importante el maldito mensaje? ¿No puedes
decirme lo que ponía y listo?
Víctor enmudece y un silencio se
apodera de ellos.
-No es tan sencillo.-Susurra él,
con tristeza.
-Tú lo complicas...-Aroa le mira
directamente a los ojos y él detiene su caricia. Y se acerca
más a ella con una mirada tan intensa que le deja sin aliento.
-Es posible.-Susurra Víctor
demasiado cerca de Aroa.-Pero no es lo mismo. Entonces era entonces.
Víctor se aleja de Aroa en
seguida y mira al suelo, distraído.
-Y ahora es ahora, ¿no?-Aroa se
coloca sentada tras Víctor y le susurra al
oído.-¿Entonces? ¿Cuál es nuestro
problema?
Víctor se gira y sus miradas
hablan a gritos. Están demasiado cerca. Él la empuja
suavemente y Aroa termina tumbada totalmente. Víctor se acerca
como una pantera hasta que le tiene delante. A milímetros.
-Eso quisiera saber yo...-Susurra
Víctor mientras se acerca a sus labios.
Suena Cánt Help, de Parachute.
Es el móvil de Aroa. Víctor se separa rápidamente
y se sienta en la cama. Aroa mira el móvil con desesperación
y espera que sea algo importante. Es Natalia, ¿que quiere
ahora? Lo coge.
-¿Sí?
-Aroa.-Natalia responde entre sollozos.
-Dime.-Contesta preocupada Aroa.-¿Ha
pasado algo?
-Es Álvaro...¿podemos
vernos? Necesito hablar contigo.-Hace una pausa y Natalia sorbe por
la nariz.-Por favor, Aroa. Te necesito. Estoy muy mal.
-Sí, claro. Ahora mismo voy a tu
casa.
-No estoy en casa. Estoy en el
parque.-Aroa se extraña, pero asiente.
-Ahora mismo voy.-Y cuelga, poniéndose
de pie.
-¿Ha pasado algo?-Víctor
la mira preocupado.
-No es nada, Natalia, que parece que le
va mal con Álvaro y quiere verme...
-¿Puedo acompañarte?
-No, tranquilo, ya voy yo. Sólo
es un momento.
-Por favor, Aroa.-Víctor le mira
suplicante.-La verdad es que no me fío de esos dos.-Y menos después
de aquel encuentro que tuvo con Álvaro, piensa Víctor
enfurecido...
-No. Voy yo. Luego hablamos. Gracias
por preocuparte, Víctor.-Aroa le regala una sonrisa poco
convencida y sale por la puerta.
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