Si tú no estás:
Derramaré mis sueños si algún día no te tengo.
Pasearé en un cielo sin estrellas.
Si tú no estás aquí, me quema el aire.
Aroa
llega a casa. Está sola y es algo que agradece, su nerviosismo
la impediría mantener una conversación lógica
con alguien. Mira agónica su reloj de pulsera. Las seis y
media pasadas. A las ocho Álvaro estaría esperándola
en el parque y ella aún no ha decidido qué hacer. ¿Va
o no va?
Por
el momento, decide darse una ducha. Está tremendamente
acalorada y el agua fresca la despejaría. O al menos, es lo
que ella querría. Al terminar, se pone unos shorts blancos y
una camiseta azul. Se mira al espejo. Intenta sonreír de
manera que no parezca nerviosa. Imposible. Su mirada muestra
alteración. Está realmente tensa.
Recoge
todo y se tira en la cama. Respira hondo. Tranquila, Aroa, todo
saldrá bien, se dice a sí misma. Lo único que
tendría que hacer es presentarse, fingir indiferencia y
terminar con todo de una vez por todas. Y dejar las cosas claras.
Todo
sería muy fácil...si su estúpida sonrisa no
fuera tan tentadora y sus peligrosos ojos azules no siguieran cada
uno de sus movimientos...Aroa suspira con nerviosismo. Es algo fácil,
intenta convencerse.
Son
casi las ocho de la tarde. Aroa agarra su bandolera, mete lo básico
dentro y sale por la puerta. Aún no están los padres de
Lucía y ella tampoco ha llegado aún. ¿Le contará
lo que le ha pasado? Sería mejor terminar con ello sin que
nadie supiera nada, no quiere arriesgarse a que sus amigas se
preocupen.
Es
julio y el sol brila ocultándose en el horizonte. Aroa camina
alterada hasta llegar al parque. Álvaro ya está allí.
Está sentado en el respaldo de un banco y toquetea su móvil,
distraído. El pulso de Aroa se dispara, pero ella intenta
mostrar naturalidad.
-Hola.-Aroa
le planta frente a él y a su mirada.
-Aroa,
yo...-Álvaro ni siquiera levanta la mirada del suelo. Tampoco
corresponde a su saludo. Sus ojos azules parecen tristes y sus labios
tiemblan, intentando encontrar las palabras adecuadas. Suspira y al
fin la mira, con agonía. Y ella, se desarma.-Lo siento.
Muchísimo. Sé que no tenía que haberlo hecho.
Como ya te he dicho, ni siquiera sé por qué lo hice.
Álvaro
se detiene, esperando una reacción. Aroa enarca una ceja, algo
sorprendida por sus palabras. Parece arrepentido. Y ella se siente
más tranquila, como si se hubiera quitado un peso de encima.
-No...pasa
nada, Álvaro.-Consigue articular. Y él dibuja una
pequeña sonrisa melancólica que la obliga a sentirse
algo cohibida. Aroa suspira, derrotada.
-Supongo
que seremos amigos, ¿no?.-Álvaro esta vez sonríe
más ampliamente y Aroa se pierde en su sonrisa, respirando
hondo.
-Supongo
que sí.
Aroa
se mira los pies, algo incómoda. Se hace el silencio.
-Lo
nuestro nunca ha sido un adiós.-La voz de Álvaro se
torna de repente furiosa y su mirada azul la escruta con fiereza, con
un brillo especial. Aroa no sabe de qué habla. Álvaro
se levanta del respaldo del banco de un salto y sus labios quedan muy
cerca. Peligrosamente cerca. Aroa siente como el aliento agitado de
Álvaro le acaricia las mejillas sonrosadas y sus pulsaciones
se disparan. Álvaro alza la voz, pero suelta cada palabra en
un suspiro suplicante-¿Por qué me dejaste?
Aroa
gira medio cuerpo apartándose de él. Otra vez, no. Otra
vez el pasado, no.
-Ya
te lo expliqué.-Aroa musita, con la mirada perdida en la
lejanía.-Tenía que marcharme y no podíamos
seguir estando juntos. La distancia cambia a las personas. Destroza
relaciones. Y prefería que la nuestra terminara de la mejor
manera posible. Ambos lo merecíamos.
Álvaro
parece disgustado. Traga saliva y suspira, agotado.
-Tú
no podías predecir lo que iba a suceder.
Aroa
no puede más. Y aunque le duele, sabe que todo ha terminado ya
y que su corazón no le pertenece a él. Y, con valentía,
aguanta su mirada y escupe cada palabra.
-Lo
triste es que lo sabía. Tú y yo no teníamos nada
más que hacer juntos.
Álvaro
no da crédito. Su mirada la busca, suplicante.
-No
me parece justo. Nuestra relación no se merecía eso. Yo
creí que nosotros podíamos luchar contra todo.
Aroa
sacude la cabeza con tristeza. Sus ojos parecen brillar melancólicos.
-Lo
siento, pero mi decisión fue esa y ya no va a cambiar.
Álvaro
asiente, con los labios fruncidos.
-La
respeto. Pero los dos sabemos que no es la correcta.
Un
silencio tenso. En el que las miradas se alejan cada vez más y
los corazones saben la verdad. Que nunca volverán a latir
juntos. Álvaro decide darlo por zanjado. La quería
demasiado, pero las cosas no serían como antes. Nunca. Y lo
hecho, hecho está.
-Entonces...¿amigos?- Aroa
le mira y él parece sonreír con sinceridad. Ella adora
esa sonrisa pero, por fin, su corazón ha comprendido que no
está hecho para él. Que Álvaro no está en
su Destino. Aroa sonríe, convencida de que ese sería su
último contacto.
-Amigos.
-¿Puedo darte un abrazo, Aroa?
Ella
asiente, divertida. Y ambos se funden en un abrazo. Sus corazones se
despiden para siempre. Y la escena queda grabada en la memoria de
alguien cercano que los observa a lo lejos.
♥♥♥
-Ya
estoy en casa.-Lucía grita con entusiasmo y cierra la puerta
con cuidado.
-Hola,
cariño.-La madre de Lucía, una mujer joven la sonríe
con afecto. Su sonrisa es encantadora y sus ojos azules que
transmiten dulzura, combinan a la perfección con su pelo
azabache.-¿Qué tal el tenis?
-Bien,
bien...
Lucía
prefiere no hablar de eso y se escabulle a su cuarto antes de que su
madre se de cuenta de sus mejillas todavía sonrojadas. Como un
autómata se encierra en su habitación y suspira
profundamente, descolocada. Y sin poder evitarlo, todos los
pensamientos giran en torno a él. Un chico del que ni siquiera
sabe su nombre le ha pedido una cita. A lo mejor es la oportunidad
que siempre ha estado esperando. A lo mejor es el adecuado. Aunque en
realidad, para ella es solo un desconocido del que no sabe nada.
Está
demasiado bueno, sí, pero no deja de ser un desconocido.
Falta
un día para la cita. Y la curiosidad la mata por dentro. Tiene
algo de miedo, pero no puede evitar soltar una estúpida
sonrisita cuando recuerda su encuentro.
Con
agilidad, se quita sus Nike azules y se calza sus cuñas
blancas. Le quedan bien con su pitillo oscuro, pero se cambia la
camiseta por una blusa blanca algo transparente. Se suelta el pelo,
que se le ha rizado un poco y se lo coloca con los dedos. Suelta un
suspiro, cansada. Aroa no está en casa. Tal vez ya haya salido
y esté en el bar. Se encoge de hombros, indiferente. Aroa no
se puede estar quieta. Mira la hora y decide ir marchándose.
♥♥♥
-¿Y
os acordáis cuando Vero se acercó a ese chico, pensando
que era su novio y no era él? -Natalia habla emocionada,
echaba de menos reunirse con sus amigas, al fin.
-Eso
es culpa de mi miopía, eh.-Vero se intenta defender y pone un
puchero con cara de inocente.
Todas
se ríen, recordándolo. Sentadas en la mesa de siempre
de su local favorito están las cuatro reunidas. Se miran,
emocionadas y felices de tenerse cerca. Ha sido un año
difícil. Aroa se fija en sus amigas. Son guapas y valientes.
Se siente orgullosas de ellas. La noche transcurre con calma. Hablan
de temas aleatorios sin importancia y se ponen al día. Vero
por ahora está soltera y parece que no quiere estar con nadie
y Lucía les ha contado su encuentro en los vestuarios con el
misterioso chico.
-Alaa,
morruda.-Vero está alucinada y la mira con cierta envidia
sana.
-Tampoco
sé qué hacer.
-¡Pues
ir!-Todas gritan a la vez, con la misma idea en la cabeza.
-¿Qué
puede salir mal?
-Sí,
será divertido.
-Creo
que olvidáis un pequeño, pequeñísimo
detalle.-Lucía las mira, con tranquilidad. Todas esperan con
impaciencia a que termine de hablar.-No le conozco. Ni siquiera sé
su nombre.
-Si
fueras a la cita, lo sabrás.-Vero la guiña un ojo y
Lucía se encoje de hombros, insegura.-¿Y tú,
Aroa, qué tal por Nueva York?-Vero la mira pícaramente
y Aroa capta la intención de su pregunta.
-Tengo
novio. Se llama Adrián y es un cielo.-Aroa sonríe,
convencida.
Todas
la miran orgullosas de ella. Saben lo mal que lo pasó. Natalia
la mira con excesiva felicidad y Aroa no duda ni un instante en
preguntarle.
-¿Y
tú, Natalia?-Aroa la sonríe, invitándola a
abrirse a las demás. Y por una vez, parece que su seguridad y
confianza se vienen abajo. Enrojece y aparta la mirada, como si
buscara algo. Se siente pequeña y lo ha hecho evidente ante
todas.
De
repente, alguien aparece al lado de Natalia. Ella gira la cabeza y
rápidamente, es besada.
Y
Aroa no sabe por qué siente una pequeña punzada de
dolor en el pecho. Y sin saber por qué se siente extraña.
Y, sin poder controlarlo, sus ojos se llenan de pequeñas
lágrimas mientras frente a ella, Natalia es besada
rítmicamente por Álvaro, que no se detiene.
Dioooos que fuerte :o pobre Aroa aunque le haya dicho que no a Álvaro lo sigue queriendo y eso le a tenido que doler mucho.... Bueno espero el siguiente me encanta Jajjajja un beso!!!
ResponderEliminarSí, la verdad es que la pobre no está teniendo mucha suerte :) Muchas gracias por comentar. Un besazo fuerte ^^
ResponderEliminarEspero que el terror y la impotencia aparezcan que sepas que eres muuy buena
ResponderEliminarque sigas asi que seguro que llegas lejos besosss
Espero no decepcionarte. Muchísimas gracias y un gran beso infinito <3
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