Todo es cuestión de fracasar.

Es realmente dejar por un momento de pensar. Dejarte llevar por esa sensación de felicidad que te hace cosquillas en el alma. Y empezar por creer en ti. En esa personita que estará contigo siempre. En ella, que sabe lo que quiere y está esperando a conquistar el mundo en cuanto tú la dejes de subestimar. Porque ella eres tú. Y ella lo es todo para ti.
Es paladear por un segundo el delicado placer que produce imaginarte logrando aquello que más anhelas. Visualízate intentándolo. Y visualízate fracasando también, ¿por qué no? Está bien fracasar, siempre y cuando te sigas levantando con más fuerza. Siempre y cuando esa cicatriz que te hiciste al caer, te recuerde lo que hiciste mal para no volver a repetirlo y te recuerde que ya cicatrizó, sanó y pasó. Pero por siempre te va a acompañar, porque forma parte de ti, de lo que tú estás llegando a ser y serás y de lo que tú tuviste que pasar hasta llegar aquí.

Y entonces, cuando crees estar muy lejos de lograrlo, descubres que es un principio para empezar a saber que puedes conseguirlo. 
Y que lo vas a cumplir.
Porque puedes llegar donde TÚ te lo propongas