No
es que sienta tu ausencia el sentimiento.
Es que la siente el
cuerpo.
No te miro.
No te puedo tocar por más que
estiro los brazos como un ciego contra el viento.
Muy
cerca de allí, mientras tanto:
Vero
acaba de enviar el mensaje.
-¿Qué
le has escrito?- curiosea Natalia.
-Que
está preciosa y la echo de menos.
-¿Para
qué lo has hecho? La vas ver ahora mismo.-Lucía,
distraída, mira hacia la puerta.
-Mi
móvil es nuevo. Ella aún no tiene el número.-Aclara
Vero, jugueteando con la funda.
-Se
va a asustar.-Suelta Natalia distraída.
-Un pequeño susto.-Ríe Vero divertida por el juego.
Agolpadas
en la puerta de llegadas del aeropuerto están las tres:
Natalia, Lucía y Verónica. Esperan a Aroa, su mejor
amiga. Ellas son así. Siempre unidas.
Primero
está Vero. Tiene un físico imponente. Es directa y
espontánea. Muy sincera. La palabra timidez no entra en su
diccionario. Para ella el amor es una estupidez y cree que sólo
los tontos se enamoran.
Lucía.
Mágica y encantadora. Enamorada del amor, es el mayor apoyo
para las tres. Hace lo imposible por ayudar a la gente. Sabe
escuchar, es paciente y tranquila. Cree en el amor verdadero y odia a
las personas mentirosas.
Después
está Natalia. Es guapa, pero lo ignora. Fuerte y valiente, no
tiene miedo de nada. Actúa siempre con seguridad y no le
importa lo que piensen de ella. Sin embargo, antes ella no era así.
¿Será simplemente una coraza bien construida?
-¿La
ves? –Pregunta Vero.
-Mírala.
Allí está. Se ha alejado, supongo que irá a por
la maleta.-Informa Natalia, que está en primera fila.
-Ya
viene, ya viene.
-¿Nos
escondemos?
-No.
¡A por ella!
En
cuanto Aroa aparece por la puerta, las tres chicas la abrazan con
fuerza, empujándola y haciéndola perder el equilibrio
casi por completo.
-¡Me
vais a tirar!-Exclama Aroa, recomponiéndose, sorprendida.
-Nosotras
también te queremos.-Responde Vero por las tres.
Las
chicas se apartan de Aroa, quien, con una inmensa sonrisa, no deja de
mirarlas asombrada.
-¿Qué
hacéis aquí vosotras?
Vero
y Natalia ponen caras inocentes y miran a Lucía, quien con una
amplia sonrisa, termina confesándolo todo.
Al
final resultó ser la madre de Aroa quien llamó a Lucía
para avisarle de que iba a llegar a esa hora a Madrid. Y así,
aprovechando, su hijita no estaría sola al aterrizar.
♥♥♥
Media
hora después, en casa de Lucía:
Natalia
y Verónica se han marchado ya. Tenían que hacer cosas y
han preferido dejar que Aroa se instale con tranquilidad.
-Te
he echado muchísimo de menos.-Aroa abraza a Lucía
cariñosamente.
-Y
yo pequeña. Aquí todo ha cambiado mucho desde que te
fuiste.
¿Qué
querrá decirla con eso? Aroa examina a su amiga. Lucía
parece más mayor. Su pelo negro está demasiado largo y
su cuerpo, más desarrollado. Sin embargo, sus ojos azules,
soñadores como siempre, delatan que su físico se ha
transformado pero que en su interior nada ha cambiado desde que se
marchó.
Lucía es un encanto. Es una suerte que haya
convencido a su madre para que pudiera quedarse en su casa todo el
verano. Van a ser unas excelentes vacaciones. Y estando las cuatro
juntas, las mejores.
-Ya
me pondrás al día de todo, ¿no?
-Por
supuesto. Hoy comienza un gran verano.-Lucía le guiña
un ojo.
Un
silencio agradable. Ambas se dedican a deshacer la maleta de Aroa y a
guardar la ropa en su debido lugar.
-Qué
susto me he llevado cuando recibí el mensaje de
Vero.-Interrumpe Aroa.
-Ya
sabes cómo es. Tan graciosa.-Ironiza Lucía.
Otro
silencio. Lucía se lo piensa. ¿Es mejor preguntárselo
directamente? ¿O espera a que ella se lo cuente? Mira a Aroa
con atención. Tararera la canción que escuchan de
fondo. Parece feliz. Pero...¿Es realmente así?
Finalmente, se llena de valor y decide preguntárselo
directamente.
-Y
por allí, en Nueva York...¿Algún chico?
La
pregunta coge desprevenida a Aroa, que se detiene y la mira. Una
sonrisa amarga se dibuja en sus labios. Tarde o temprano, tendría
que hablar de ello. Suspira profundamente y desvía la mirada,
pensativa.
-Después
de lo de Álvaro, pensé que no podría volver a
confiar en ningún chico. Ya sabes, él fue mi primer amor. No puedo decir
que me haya sido fácil superarlo. Me dolió mucho. Pero
me olvidé de él. Punto y final para siempre... -Aroa
hace una breve pausa y sonríe, esta vez más
convencida.-Maravillosamente le conozco a él. Adrián.
Aparece de la nada y poco a poco, se convierte en mi vida. Y me
enamoro. Y me demuestra que un corazón herido puede volver a
empezar desde el principio y olvidarse de todo lo que le ha dañado...
Esta
última frase no la pronuncia tan confiada, pero sonríe
a su amiga para demostrar su fortaleza interior.
-¿Y
tú, qué?- Aroa intenta quitar hierro al asunto. Lucía
se sonroja.
-He
visto millones de chicos perfectos este año, pero ninguno
parece prestarme atención. Además, ¿y si me voy
con uno y resulta que luego aparece otro? -Bromea irónica
Lucía.-Aunque a lo mejor es que...
El
telefonillo las interrumpe. Contesta Lucía. Sus padres no
están.
-Aroa,
es mi padre. Dice que tiene en el coche tu maleta pequeña.
-Dile
que en seguida bajo.
-Ok.
Aroa
abre la puerta y sin pensarlo dos veces, se dirige al ascensor.
Al
llegar a casa de Lucía se ha cambiado y se ha puesto una
camiseta ancha de Víctor, el hermano de Lucía, unos
pantalones cortos y unas chanclas. No está especialmente
guapa, pero sólo va a bajar al portal.
El ascensor ha llegado
ya. Aroa entra y pulsa el botón de la planta baja. Antes de
que las puertas puedan cerrarse del todo, una mano se introduce entre
ellas y estas, ceden y terminan abriéndose. Aroa no se lo
puede creer.
-Aroa.
¿Eres tú?
El
muchacho la mira impactado. Al parecer, Aroa decidió olvidar
la posibilidad que tenía de encontrarse con él.
Otra
vez ese tonto corazón latiendo acelerado. Otra vez ese
sentimiento olvidado. Otra vez la profunda mirada de Álvaro
encontrándose con la suya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Cuéntame infinitos♥